sábado, 6 de julio de 2013

Después de la muerte de Felipe III de España, le sucedió su hijo Felipe IV de España como rey y Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, Conde de Lerín emparentado con María Ruiz de Avendaño y Beaumont de los prestameros de Tabladillo; y Fernando Afán de Ribera y Enríquez, relacionado familiarmente con el administrador del Préstamo de Tabladillo y, comercialmente, con los Carrafa de Racale, como virreyes de Nápoles. Debieron afrontar el problema de un bandidaje en las provincias cada vez más difundido y radicado. Les siguió Manuel de Acevedo y Zúñiga, que financió las fortificaciones de los puertos de Barletta, Baia y Gaeta, con un gobierno fuertemente empeñado en el apoyo económico al ejército y a la armada. El siguiente Virrey de Nápoles fue Íñigo Vélez de Guevara, cuñado de Ana Catalina de Guevara y Avendaño, nieta de María Ruiz de Avendaño y Beaumont, que sofocó las revueltas republicanas de Nápoles. El fuerte empobrecimiento del tesoro estatal llevó, bajo la administración de Ramiro Núñez de Guzmán (esposo, primero de Ana Catalina de Guevara sobrina de Ana Catalia de Guevara y Avendaño, nieta de María de Avendaño y Beaumont; y ,después, de Anna Carafa, Princesa de Stigliano, de la famila de los Señores de Racale) a devolver los dominios reales al poder de los barones y al consecuente aumento de los poderes feudales. Durante esta época Guisseppe Briganti da Panico, fue Capitán de Felipe IV en Nápoles.



Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, Conde de Lerín y Virrey de Nápoles.


 Fernando Afán de Rivera Enríquez, Virrey de Nápoles.


Íñigo Vélez de Guevara, Virrey de Nápoles.


Ramiro Núñez de Guzmán, Virrey de Nápoles y Príncipe de Stigliano.

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